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El proceso de individuación I – La bipolaridad del ego

 

El nacimiento supone para todo ser humano el inicio de un viaje. Partimos de una no-conciencia indiferenciada, en la que el ser no distingue entre el tú y el yo, un sentir en el que todo lo que sucede afuera afecta dentro y en el que todo lo que sucede dentro afecta afuera.

Este estado no-consciencia implica que todos los contenidos mentales son inconscientes. Un recién nacido no trae al mundo una tabula rasa, una mente en blanco, como sostenía el filósofo John Locke, sino que ya viene al mundo con contenidos inconscientes; unos, fruto de la evolución de la especie y la herencia genética; otros, por herencia cultural y familiar.

En ese camino, en ese viaje vital, el ser va adquiriendo consciencia de sí mismo y de su entorno, va tomando individualidad y se va construyendo un ego a partir de las experiencias y de las conclusiones mentales que extrae de ellas. Por ejemplo, el recién nacido siente hambre y exclama al mundo, mediante el llanto, su necesidad. Poco más tarde, se le alimenta, y su mente extrae una conclusión (no consciente todavía): si me quejo, “algo” que está ahí fuera me dará lo que necesito. Pero en algún momento de su vida pedirá y no se le dará. Entonces deberá aprender a gestionar su frustración, que dependerá, de nuevo en buena parte, de la respuesta que encuentre ahí fuera (paciencia, rabia, empatía, ignorancia…), y así, irá construyendo un ego más o menos tolerante, o más o menos frustrado.

La diferencia entre el YO y el TÚ es quizás el primer encontronazo psicológico que experimenta la mente. La formación del ego comienza en el mismo momento que aparece en el horizonte mental el conflicto entre opuestos. Esto es fácil de comprender, pues todo conflicto implica una confrontación, bien con otro ego, bien entre diferentes aspectos del nuestro. Un divorcio, por ejemplo, es el resultado de un conflicto entre egos diferentes; la ansiedad, en cambio, es un conflicto interno entre lo que queremos y lo que podemos.

Otro de los aspectos diferenciadores del ego, entre otros muchos, es el género, la identificación con el cual es un proceso psíquico que va mucho más allá de los componentes biológicos del cuerpo.  Probablemente, tras el YO y el TÚ, el género es la segunda gran confrontación -y, por consiguiente, elección- que experimenta el ego.

Nuestra visión del mundo, a partir del gran puesto de observación que es la consciencia, es dual: siempre hay un juego de opuestos en liza. Al respecto, gran parte de nuestra vida se rige por la percepción de dos mundos diferentes: el día y la noche o, lo que en parte es lo mismo, la luz y la oscuridad. Por ello, la mente se aferra a un concepto de verdad -que no es más que un conjunto de creencias- y lo que no está en consonancia con esa verdad es rechazado como falso. Esta selección mental, que se produce la mayoría de las veces de forma automática e inconsciente, va engrosando lo que Jung denominó como la SOMBRA. La consciencia ilumina o matiza una parte de la realidad, aquélla que se encuentra en consonancia con nuestro sistema de creencias. La SOMBRA se configura a partir de todo aquello que la consciencia no puede iluminar todavía: los contenidos inconscientes.

Pero el camino de la vida no es sólo la construcción de un ego separado y selector de opuestos, el viaje vital es un proceso de evolución de la consciencia, que Jung describió como principio o proceso de individuación. En pocas palabras, este proceso implica un desarrollo de la consciencia a partir de la integración de lo inconsciente. Las fases de este proceso son cinco:

  1. El cuestionamiento de lo consciente
  2. El encuentro con la sombra
  3. El encuentro con el ánima/ánimus
  4. El encuentro con la luz
  5. La integración de los opuestos.

El inconsciente condiciona nuestra percepción y la toma de decisiones. Hoy en día, ésta es una constatación comprobada científicamente (véanse los estudios de John Bargh, por ejemplo). El proceso de individuación no se refiere al desarrollo de un ego individual, bipolar, subyugado por la percepción polarizada de los opuestos (luz-oscuridad, verdad-falsedad), sino la integración de la SOMBRA para un desarrollo autónomo y plenamente consciente del individuo, para llegar a ser UNO MISMO.

Con éste comienza una serie de artículos sobre el proceso de individuación, a partir de teoría psicoanalítica de Carl Gustav Jung. Continuará…

 

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