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Arquetipos familiares

Una de las leyes que rigen el inconsciente es el de la IMPERSONALIDAD, lo cual implica que el inconsciente no distingue entre el YO y el TÚ. El inconsciente no etiqueta a las personas, sino que reacciona automáticamente ante determinadas circunstancias o influye para que se repitan (precisamente porque existe repetición o tendencia podemos hablar de patrón o de programa). Otra de las leyes que lo rigen es que no entiende de códigos éticos; es decir, es AMORAL. Aquí conviene recordar que el inconsciente está siempre al servicio de la vida, de su conservación y reproducción.

El inconsciente se estructura a partir de determinados patrones arquetípicos que influyen nuestra manera de percibir el mundo y, por consiguiente, nuestro comportamiento. Un arquetipo es un modelo esencial de representación de algún aspecto del mundo, la persona o la vida. Su origen se encuentra en el modo de pensar, sentir y actuar de una colectividad, y afecta de modo inconsciente la voluntad de los individuos. Es un guion de vida que nos impulsa a actuar de un modo determinado. Un arquetipo tiene una estructura mental asociada que actúa a modo de molde del pensamiento y, por tanto, ordena y da sentido a las vivencias de un individuo dentro de un marco social.

La construcción colectiva de los arquetipos nos obliga a considerar el primer grupo social que nos encontramos al venir a este mundo: la familia. Todo ser humano, por el hecho de pertenecer a un clan familiar, recibe una influencia directa de los arquetipos que definen dicha familia. Las familias, por las experiencias de alto impacto emocional vividas en generaciones anteriores, están marcadas por determinados modelos mentales y de conducta arquetípicos. Así pues, hay familias que están especialmente marcadas por el arquetipo de la VÍCTIMA, el del VAGABUNDO, el del TRAIDOR o el del HÉROE, por poner sólo algunos ejemplos.

Si consideramos la primera ley mencionada, la de la IMPERSONALIDAD, deduciremos que estar marcados por el arquetipo de la VÍCTIMA puede influirnos tanto para sentirnos víctimas como para propiciar este sentimiento en otros. En el ejemplo del TRAIDOR, el hecho que se repite es el de la traición; por consiguiente, podemos vivir experiencias bien para sentirnos traicionados, bien para actuar como traidores. En el caso del HÉROE, tanto podemos ir por el mundo en busca de un salvador heroico como intentando salvar a los demás, aunque nadie nos lo pida. En el caso del VAGABUNDO, la experiencia que se lleva programada es la de desarraigo o dificultad para adquirir vínculos. Ello nos dificultará establecer un compromiso serio con las parejas, o quizás buscaremos parejas que no quieran comprometerse. El inconsciente, por consiguiente, siempre se mueve entre dos polaridades. En los ejemplos expuestos: víctima-perpetrador, traidor-traicionado, desvalido-protector o desapegado-marginado.

Para desactivar los patrones de pensamiento-conducta-destino que se repiten generación tras generación en nuestro árbol familiar es necesario, en primer lugar, identificarlos. En la medida que adquirimos consciencia de estos arquetipos, podemos sanarlos o neutralizarlos para adquirir una percepción nueva, menos determinista, del mundo, de los demás y de nosotros mismos y para abrirnos a otras vivencias más potenciadoras. En definitiva, para comenzar a ser dueños de nuestro destino.

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ARCHEUS

Coaching, inconsciente y arquetipos

www.archeus-coaching.net

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