La vida de toda persona siempre tiene algo de heroico. Nacemos como seres inocentes, confiados, sin ninguna pertenencia más que el vínculo con la vida, y morimos abandonándolo todo atrás, pero dejando un legado de experiencias y, quizás, sabiduría. Nuestra conciencia cambia con el paso de los años. Desde una conciencia indiferenciada, la del recién nacido, hasta una nueva indiferenciación de la consciencia cuando traspasamos la frontera entre la vida y la muerte. Los estadios de conciencia son siempre el reflejo de los arquetipos inconscientes con los que nos identificamos en cada momento.
Hay quien ha descrito el viaje del héroe como un viaje de la esclavitud a la libertad. Jung consideraba que el inconsciente del ser humano está al servicio de su evolución, pero, al mismo tiempo, el ser humano debía trascender los aspectos inconscientes gracias a un proceso integrativo que llamaba “individuación”. Este proceso es un camino al que está llamado todo ser humano a recorrer, desde la inconsciencia inocente hasta la consciencia de la unidad plena. En otras palabras, un viaje desde la sombra inconsciente, hasta la luz de la consciencia.
Nuestro pensamiento surge del juicio y de la separación. De esta separación surge la necesidad y el temor, que son los fundamentos del ego. Cuánto más fuerte y enrocado sea el ego, mayor será la dosis de sufrimiento que el ser humano beberá, porque el ego se resiste a dejar su verdad de hoy por la verdad de mañana o, mejor aún, la verdad de ayer por la verdad de hoy. En cambio, todo proceso de sanación implica integración y aceptación, como un ejercicio de responsabilidad ante el destino que cada uno se construye.
El viaje del héroe es un relato mitológico que no tiene un desarrollo narrativo único, pero sí mantiene una estructura que lo define como universal. Ejemplos serían la Odisea de Homero, la Epopeya de Gilgamesh, la Expulsión del Paraíso-Transfiguración del Cristo o El Señor de los Anillos.
Joseph Campbell en El héroe de las mil caras (1949). nos describe al héroe como la mujer o el hombre que ha sido capaz de combatir y triunfar sobre sus limitaciones históricas personales y locales… y vuelve a nosotros transfigurado para enseñar las lecciones que ha aprendido sobre la renovación de la vida.
Existe un esquema básico de este viaje, que se corresponde con varias etapas. No todos los seres humanos seguimos estas etapas arquetípicas en el mismo orden ni del mismo modo. De hecho, nuestro entorno cultural y los estereotipos influyen también en la interiorización del arquetipo; por ejemplo, en función del género. Las fases de este viaje son:
- La Llamada a la aventura (negativa al llamado y ayuda)
- La iniciación (el camino de las pruebas y la reconciliación con el padre).
- El regreso (que incluye una primera negativa al regreso y el dominio sobre los dos mundos).
En cada una de estas etapas encontramos diferentes arquetipos, que serían como impulsos internos a un determinado tipo de acción. Cada una de las etapas implica un determinado estadio de la conciencia. El punto de partida es el de la inocencia (arquetipo del Inocente), que se caracteriza por un bienestar o un estar en la zona de confort, sin ánimo ni intención de conocer nada nuevo que pudiera ser mejor que lo que ya se tiene. Es un punto de indiferenciación de la conciencia, como al estar en el seno materno en que se tiene lo necesario y no hay privacidad. El punto final es el de la maestría de la mente, normalmente caracterizado por el arquetipo del Mago, caracterizado por la aceptación, el equilibrio interior y la abundancia. Durante el viaje, el héroe se enfrenta a innumerables pruebas que le impulsan a aprender y a ganar una mayor perspectiva sobre sí mismo y el mundo.
Especialmente interesante es el trabajo que hace Carol S. Pearson en el Héroe interior (1989) al describir las diferentes etapas de este viaje como la “encarnación” de diferentes arquetipos; a saber:
- El Huérfano (abandono y búsqueda de la seguridad)
- El Mártir (sacrificio y bondad)
- El Vagabundo (búsqueda e independencia)
- El Guerrero (lucha y poder)
- El Mago (aceptación y autenticidad)
Muy someramente, éstos son algunos aspectos que necesitan integrar cada uno de estos arquetipos:
- Huérfano: PROACTIVIDAD
- Mártir: AUTOESTIMA
- Vagabundo: COMPROMISO
- Guerrero: ACEPTACIÓN
- Mago: HUMILDAD
Reconocer en qué punto del viaje del héroe nos encontramos ayuda a abrirnos a nuevos aprendizajes. ¿En qué punto te encuentras tú?